Malvinas: La batalla aeronaval (y II)

Eliminada la amenaza que suponía el despliegue de la flota argentina los británicos comenzaron el preparativo para la reconquista de las Falkland

El 4 de mayo, dos cazabombarderos argentinos Super Etendard, armados con misiles antibuque Exocet, se dirigían hacia un posible blanco en vuelo rasante para no ser detectados. Al llegar a la zona indicada, los dos aviones ganaron altura y pusieron en marcha el radar para detectar la posición exacta del objetivo, tras su detección, introdujeron los datos en el dispositivo de guía de los misiles y los lanzaron.

Por Javier Sánchez

Ambos aviones dieron media vuelta y regresaron sin conocer el resultado del exitoso ataque, el destructor Sheffield había sido alcanzado. Fuentes británicas informaron que el destructor estaba utilizando su sistema de comunicaciones por satélite, por tal motivo y para evitar posibles interferencias en la transmisión, tenía desconectado todos los equipos de contramedidas electrónicas.

El destructor fue alcanzado por uno de los misiles que impactó, sin detonar, en la banda de estribor provocando un feroz incendio, días más tarde, cuando estaba siendo remolcado se hundió. El otro misil, según fuentes oficiales, fue perturbado por las contramedidas electrónicas de la fragata Yarmouth, precipitándose contra el mar.

El ataque producido por el binomio Super Etendard/Exocet, puso en evidencia a los servicios de información británicos que desconocían por completo la disposición de estos ingenios antes del bloqueo efectuado por Francia.

La Royal Navy recibió un duro golpe, el cabeza de serie de una de las más modernas clases de buques de guerra británicos había sido incapaz de neutralizar el ataque. La Fuerza Aérea argentina incrementó sus ataques contra buques británicos, pero en esta ocasión, los ataques no resultaron tan exitosos.

Varios A4 Skyhawk bombardearon al destructor Glasgow y a la fragata Brilliant, ambos buques fueron alcanzados aunque sin producir daños de consideración pues, milagrosamente, las bombas lanzadas por la aviación argentina, no explosionaron o lo hicieron después de atravesar el casco de los buques.

El arrojo y pericia de los pilotos argentinos quedo demostrada durante el desembarco británico en San Carlos. Las oleadas de aviones argentinos se sucedían una detrás de otra, formaciones de Dagger y Skyhawk llegaban en vuelo directo desde el continente y lanzaban todo su potencial contra los buques asentados en el estrecho de San Carlos, por su parte, los pequeños bimotores Pucará desplegados en Malvinas intentaban hacer lo propio.

La aviación argentina, a pesar de su mala suerte, consiguió hundir al destructor Coventry y a las fragatas Antelope  y Ardent. Cabe indicar que la Fuerza Aérea argentina utilizó bombas de 1.000 libras (454 Kg.) y 500 libras (227 Kg.) que, debido a sus vuelos rasantes, impactaban en los buques o sobre el agua sin estallar, pues la baja altitud impedía el rearme de la espoleta, este caso sucedió a bordo de la fragata Antelope que, tras haber sido alcanzada por una bomba, ésta explotó, cuando los expertos en desactivación de explosivos estaban intentando desarmarla. Los Skyhawk de la armada solían transportar bombas Snakeeye, también de 500 libras pero dotadas de un dispositivo de frenada que las hacía idóneas para el bombardeo a muy baja altitud.

La flota británica siguió sufriendo el acoso de la aviación argentina, después de atacar a tres buques de desembarco, alcanzando levemente a dos de ellos, se lanzó un segundo ataque con aviones de la Fuerza Naval armados con misiles Exocet, en esta ocasión, el objetivo fue uno de los portaaviones británicos. Después del hundimiento del Sheffield y con los códigos facilitados por Francia introducidos debidamente en los equipos de contramedidas electrónicas, en esta ocasión, no hubo sorpresa.

La señal radar emitida por los Super Etendard argentinos fue debidamente identificada por la fragata Ambuscade, lanzado la alerta correspondiente. Todos los buques procedieron a la perturbación de los misiles con emisiones electromagnéticas y creando falsos ecos mediante el lanzamiento de señuelos.

Según fuentes oficiales, el misil fue desviado de su trayectoria inicial, posiblemente se dirigía hacia uno de los portaaviones británicos, impactando de lleno en el portacontenedores Atlantic Conveyor que había sido reconvertido en portaaviones auxiliar. A bordo del mercante se desencadenó un incendio que provoco, días más tarde, el hundimiento del buque y con él, la perdida de una gran cantidad de helicópteros destinados a las fuerzas terrestres británicas.

Con la flota argentina lejos de las Malvinas, los británicos, aprovecharon la oportunidad de hundir dos pequeños buques logísticos destinados en el archipiélago, ARA Isla de los Estados y ARA Río Carcarañá y neutralizaron al ARA Bahía Buen Suceso.

Las fuerzas armadas argentinas intentaron, nuevamente, atacar a los buques de la Royal Navy con sus misiles Exocet, aunque en esta ocasión cambiaron de estrategia y  volvieron a sorprender a los británicos. Dos aviones de transporte consiguieron desembarcar en Malvinas un lanzador de misiles Exocet procedente de un buque de guerra y que había sido instalado sobre el remolque de un camión.

De forma sigilosa, las tropas argentinas desplazaron el camión hacia una zona adecuada para efectuar el disparo del misil, el objetivo serían los buques que hostigaban con su artillería las posiciones defensivas argentinas. El misil impactó en la superestructura del destructor Glamorgan, como el resto de misiles lanzados por argentina con la excepción del lanzado contra el Atlantic Conveyor, éste tampoco detonó.

El buque se incendió pero al impactar en una zona elevada y lejos de los pañoles de munición, se pudo dominar el incendio y reparar, provisionalmente, los daños producidos.

Con el espacio aéreo cerrado para los aviones de transporte y los buques logísticos fuera de combate, las fuerzas terrestres argentinas se iban debilitando a marchas forzadas. En un último intento, la aviación argentina localizó a dos buques de desembarco fondeados en la bahía de Fitzroy, los Sir Galahad y Sir Tristram. Los pilotos argentinos alcanzaron con sus bombas a los dos buques británicos, quedando fuera de servicio, después de ser devorados por las llamas.

Al finalizar el conflicto la aviación argentina había realizado unas 460 salidas de ataque, 20 de ellas con aviones de la Armada y un número similar en misiones de reconocimiento, sumando más de 10.000 horas de vuelo. Hundieron seis buques; destructores Sheffield y Conventry, fragatas Antelope y Ardent, buque de desembarco Sir Galahad y el portacontenedores Atlantic Conveyor.

También alcanzaron y/o dejaron fuera de servicio a los destructores Antrim y Glamorgan, fragatas Plymouth y Argonaut y al buque de desembarco Sir Tristram. El precio pagado fue muy elevado, con la pérdida de 75 aviones y 26 helicópteros, muchos de ellos derribados en combate por los Sea Harrier británicos.

La no presencia del portaaviones ARA 25 de Mayo restó mucha efectividad a los ataques aéreos argentinos lanzados desde el continente. La distancia que tenían que recorrer los aviones era muy elevada y cuando llegaban al objetivo, lanzaban las bombas en un único ataque y regresaban de inmediato con el combustible justo para llegar a las bases.

Por su parte, la Royal Navy, realizó más de 2.300 salidas con sus Sea Harrier, sumando algo más de 2.600 horas de vuelo. El Sea Harrier demostró su versatilidad realizando todo tipo de misiones aéreas de combate, reconocimiento y ataque al suelo. El contingente aéreo desplazado al inicio del conflicto, entre los dos portaaviones transportaban una veintena de Harrier, fue reforzado por ocho Sea Harrier y seis Harrier GR.3 de la RAF. Se perdieron en combate o tras el hundimiento del Atlantic Conveyor un total de 10 aviones y 24 helicópteros.

El 14 de junio, las tropas argentinas, ante la imposibilidad de contener el avance británico que contaba con el dominio del mar y del aire, ponían punto y final a la reconquista.

La guerra de las Malvinas fue, sin duda, la batalla aeronaval más importante de la era moderna. La Royal Navy, dispuso de todo su potencial contra un enemigo que no pudo/supo emplear su flota en mar abierto y cuando lo hizo por el aire, puso en graves aprietos a la toda poderosa flota británica. Algunos sistemas defensivos demostraron su poca efectividad, por ejemplo, los misiles radiocontrolados Sea Cat.

Tras finalizar el conflicto la Royal Navy potenció en todas sus unidades de escolta el armamento antiaéreo suplementario y se deshizo de aquellos buques que no cumplieron eficazmente su cometido destacando, sobre todo, la serie completa de fragatas tipo 21 o clase Amazon.

También quedó demostrada la importancia que tiene disponer de un grupo aeronaval y, como en toda batalla importante, el asalto anfibio volvió a ser resolutivo. Sólo la mala suerte y los muchos errores político/estratégico declinaron la balanza hacia el lado británico, como dijo Napoleón Bonaparte: “La guerra es un conjunto de errores por ambas partes que gana aquel que comete menos”.

Notas

  1. (Continuará). http://www.revistanaval.com/noticia/20120514-110010-malvinas-30-anos-despues-6/